Los días para que termine este año están contados e inevitablemente vienen a mi mente las cosas que he hecho, las que no hice y las que aún estoy a tiempo de hacer. Los fines de año siempre causan en mí sentimientos encontrados, entre nostalgia y expectativa, entre desdén y ansiedad.
Este mes pretendo escribir sobre lo que fue este año. Un año que sentí particularmente rápido, avanzó con pasos agigantados y se me vino encima. Siempre recuerdo los años por los sucesos que los marcan, como el año de aquel viaje, el 2003 el año que entré a la universidad, el 2004 del inicio de aquel gran amor, el 2008, año en que termine mi carrera y compré mi primer automóvil...y así, cada uno tiene uno o varios sucesos de cualquier tipo que lo dejan marcado. Cuento mi vida en sucesos, en etapas, en personas que están a mi lado, en emociones.
Pero este año como que simplemente no lo ubico, el logro tangible que puedo reconocer, es tener en mis manos el título de Ingeniería...no deja de ser importante claro, pero es más bien como requisito en la vida para seguir caminando. Este año por las circunstancias de cambio fue en parte un duro proceso de aprendizaje así que en este post le llamaré así: El año del aprendizaje.
Aprendí a que no todas las personas tienen buenas intenciones, que no basta la palabra para confiar en alguien, que debo de andarme con más cuidado antes de creer que, así como yo, esa persona está siendo sensata. Pero también aprendí que la desconfianza es enemiga de las relaciones.
Me gradué por completo en el arte de “Irme” y "Dejar Ir" cuando algo o alguien simplemente no es para mí o cuando no es lo suficientemente bueno para mi vida.
Aprendí que no me sale bien eso de pretender no involucrarme, porque al final siempre termino haciéndolo, que no me basta el gusto o la atracción, que siempre busco más, lo más mínimo pero que le de valor a mi vida.
Aprendí que los frutos de trabajar duro tardan en llegar o incluso pueden no hacerlo, pero que la satisfacción de hacer las cosas lo mejor posible es de las mejores recompensas.
Aprendí un poco a administrar mi dinero, a no gastar lo que no tengo pero sin dejar de consentirme, a que los mejores momentos y regalos no tienen porque costar tanto. Este año tome la decisión de vivir sola y todo lo que implica, así que aprendí también lo duro pero gratificante que resulta esto.
Aprendí que los amigos llegan con tanta naturalidad pero también pueden irse. Que puedes encontrar cosas valiosas incluso en las personas que nunca se te hubieran ocurrido. Que en ocasiones lo único que te une a las personas puede ser tan frágil, que muchas veces los amigos lo son en nombre a los recuerdos.
Aprendí que es duro el proceso de madurar y crecer, que si te desvías un poco del proyecto original de repente te encuentras en una situación en la que no deseas estar. Que basta una mala decisión para darle un rumbo diferente. Que para atrás ni para tomar impulso.
Aprendí que la intempestividad no siempre sale bien. Que no todas las personas están listas para mí. Que tocar la puerta y esperar a que te abran puede ser una opción, incluso podría no tocar, sino esperar a que me inviten pasar.
Después de todo no le viene tan mal la etiqueta de "El año del aprendizaje", pero aún no termino de recapitular.
Interesante y a veces fastidioso ese interminable proceso de aprender.