lunes, 24 de octubre de 2011


     La llamada se cortó de repente. Todavía con el auricular en la mano, me quedo contemplándolo un rato. Como si el auricular fuese, en sí mismo, un mensaje importante. Como si su color o su forma contuvieran algún significado implícito. Me lo pienso mejor y cuelgo. Me siento en la cama, espero a que suene de nuevo. Me apoyo en la pared y respiro lentamente, en silencio, fijando la atención en un punto del espacio, ante mis ojos. Compruebo los lazos entre un tiempo y otro tiempo. El teléfono no suena. Un silencio sin promesas llena indefinidamente el aire. Pero yo no tengo prisa. No hay por qué apresurarse. Estoy preparado. Puedo ir a cualquier parte.

¿Verdad que sí? Sí.
   
     Salto de la cama. Descorro las viejas cortinas quemadas por el sol, abro la ventana. Me asomo, alzo los ojos hacia un cielo todavía oscuro. En él, no hay duda, flota una media luna de tonos enmohecidos. Con eso basta. Estamos mirando la misma luna del mismo mundo. Estamos ligados a la realidad por una sola línea. Seguro. Sólo tengo que ir tirando de ella en silencio.

Haruki Murakami
Sputnik mi amor 

domingo, 23 de octubre de 2011

Hilo de los días

«Ya ves, continuamos viviendo, cada uno a su manera, incluso ahora», pensé. Por profunda y falta que sea la pérdida, por importante que sea lo que nos han arrancado de las manos, aunque nos hayamos convertido en alguien completamente distinto y sólo conservemos, de lo que antes éramos, una fina capa de piel, a pesar de todo, podemos continuar viviendo, así, en silencio. Podemos alargar la mano e ir tirando del hilo de los días que nos han destinado, ir dejándolos luego atrás. En forma de trabajo rutinario, el trabajo de todos los días..., haciendo, según cómo, una buena actuación. 

Haruki Murakami
Sputnik, mi amor

viernes, 14 de octubre de 2011

Al perder a Sumire, muchas cosas murieron en mi interior. De la misma forma que desaparecen muchas cosas de la playa cuando se retira la marea. Lo único que me ha quedado es un mundo deforme y vacío. Un mundo frío y tenebroso. Las cosas que surgieron entre Sumire y yo jamás podrán renacer en ese nuevo mundo. Soy consciente de ello.


En la vida de las personas hay una cosa especial que solo puede tenerse en una época especial. Es como una pequeña llama. Las personas precavidas y con suerta la preservan con todo cuidado, la hacen crecer, la llevan como una antorcha que ilumine sus vidas. Pero, una vez se pierde esa llama no puede volver a recuperarse jamás. Yo no solo he perdido a Sumire. Junto a ella tambien he perdido esa preciada llama.


Haruki Murakami
Sputnik, mi amor