lunes, 31 de diciembre de 2012

De cuando no amo correr


Este post lo escribí hace algunos meses, un poco antes de octubre, cuando casi lo único que había en mi cabeza eran 42km por delante. Es casi una confesión y un manifiesto de resistencia. Lo publico hoy  porque algún día quiero escribir esa crónica y no puedo saltar ahí sin estas letras. 

Llevo algunos meses entrenando para mi primer maratón y el camino ha resultado ser toda una experiencia, seguro que el día que suceda será inolvidable, pero inolvidable tambien es el viaje que me lleva ahí. Tiene muchos matices, uno en especial muy personal que no tocaré en este momento, pero plantearte el objetivo y levantarte todos los días con eso en la cabeza no es nada fácil.  

Hay algo que me siento con la obligación de confesar, sobre todo porque estoy rodeada de gente tan entusiasta que encuentra en correr su forma de vida: Hay días que simplemente yo no amo correr.  Si, así, hay días que definitivamente no amo correr. Días en que prefiero una butaca del cine o un café, una cerveza. Días que me da pereza meter los tenis en una maleta y lo dejo al último momento, días en que he deseado que empiece a llover, días en que simplemente no tengo ganas, no quiero, no amo correr.  

Necesitaba confesarlo porque me empezaba a hacer ruido no vivir para correr, ni planear todos los días alrededor de un horario de entrenamiento o del acumulado de kilómetros de la semana y por no sentirme en sintonía a veces con el resto que puede interpretarlo de mil maneras y quizá me adjudique muchos (no tan deseados adjetivos) pero eso no signifique que no desee con todas mis fuerzas cruzar esa meta y que no ponga mi esfuerzo en ello, y estoy convencida de que lo lograré y que lo disfrutaré enormemente, porque me hicieron muy feliz los pequeños logros que he conseguido, esos que cuestan pero que no desbalancean, al contrario, me alimentan el día y el alma, así despacito como yo lo vivo. 

Hay días que no amo correr. Y me sienta bien no amarle tanto, es como a esa persona que le amas con todo y sus defectos que te hacen odiarlo al mismo tiempo. Sin idealizar, real. Y qué feliz me esta haciendo.

viernes, 28 de diciembre de 2012

Inspiración




Les voyageurs ne savent pas où ils vont; les touristes ne savent pas où ils sont allés
Paul Theroux


Los viajeros no saben a dónde van, los turistas no saben a dónde fueron

lunes, 5 de noviembre de 2012

Salta...




"You've got to jump off cliffs all the time and build your wings on the way down".

Ray Bradbury

domingo, 4 de noviembre de 2012

Manifiesto


Chips are rad!

Chips might seem so little, son inconsequential... But if we didn't have chips, how would we eat salsa? With a spoon??? And then what would make salsa different than soup?

And would people wanto to put soup on their burritos? That would be weird. I don't mean to judge, but I think most people would rather not put soup on their burritos. 


And don't even get me started on how chips can move guacamole, Oh sweet guacamole, the tiny, lowly, underappreciated chip is the salty triangle delivery method that surpasses all others in guacamole transport. 


If there was a chip-appreciation society, I would probably join it (as long as the didn't meet on wednesday nights, because I have my ceramics class on wednesdays nights and next week I'm making a bowl)  but on any other night I would be happy to meet up with folks and talk about how awesome chips are. Actually yf no one else is going to start a society I might have to get on that.

:) 

lunes, 29 de octubre de 2012

De otro tipo de turismo


Me lo encontré en una foto de Instagram, de esas que ves por casualidad...


Tu no sabes quedarte. LLegas, desordenas mi vida y te vas: lo tuyo no es amor, es turismo emocional. 

jueves, 25 de octubre de 2012

Aún lo veo todo blanco


...ella entró y apretó el botón del tercero, trescientos doce era el número que la esperaba, es aquí, llamó discretamente a la puerta, diez minutos después estaba ya desnuda, a los quince gemía, a los dieciocho susurraba palabras de amor que ya no tenía necesidad de fingir, a los veinte empezaba a perder la cabeza, a los veintiuno sintió que su cuerpo se desquiciaba de placer, a los veintidós gritó, Ahora, ahora, y cuando recuperó la consciencia, dijo, agotada y feliz, Aún lo veo todo blanco.

Ensayo sobre la Ceguera  
José Saramago

viernes, 21 de septiembre de 2012

Te gusta el puré de patata?


Si mezclas el puré de patata con la salsa después no se pueden separar. El humo sale del cigarrillo de papá pero nunca vuelve a entrar. No podemos volver atrás, por eso cuesta elegir. Hay que tomar la decisión correcta. Mientras no elijas todo sigue siendo posible...

Mr. Nobody (2009)

sábado, 8 de septiembre de 2012

Rutina

Por Héctor Abad Faciolince 

Esa felicidad,
esa seguridad
de repetir los mismos gestos cada día.
Exprimir las naranjas,
preparar el café,
tostar las rebanadas
de pan,
untar la mermelada.

Darle a la vida
el ciclo regular de los planetas,
acostarse a las once,
levantarse a las seis,
sentir que cae el agua
tibia, plácida,
encima de tus hombros,
usar siempre
el mismo jabón, el mismo champú,
la misma loción
—la que usaba tu padre—.

Protestar por lo malo
que se ha vuelto el periódico,
el de toda la vida,
el pan de cada día,
y volver a comprarlo
con ese mismo asco resignado
de tener que cagar
una mañana sí y otra también.

Usar siempre los mismos
viejos zapatos que se parecen
más a ti que tus pies.
Vestirte
con el eterno azul
que te vuelve invisible,
felizmente invisible.

Sentir que tú eres tú,
que yo soy yo.
Ir a los mismos sitios,
comer las mismas cosas,
jueves frijoles,
lunes pescado,
sábados arroz…

Visitar a tu hermana todos los veranos
y pensar que envejece,
pero decirle siempre que no cambia,
que no cambie.
Recordar a los muertos
en cada aniversario;
enviar tarjetas cursis
en cada cumpleaños.
Planear de nuevo el viaje
que nunca emprenderemos.

No poder soportar
que ya no haya tranvía,
que hayan movido
la parada del bus
a la otra manzana,
que hayan quebrado los ferrocarriles,
que nadie escriba cartas
y haya que adaptarse
al correo electrónico,
tan vulgar, tan urgente,
la vida un permanente
telegrama.

Resistirse a llevar en el bolsillo
un teléfono,
detestar que el dinero
sea de plástico
y no de plata, de oro o tan siquiera
de papel.
Que el mismo corte de pelo
te lo haga siempre el mismo peluquero,
que tengas siempre gripa por enero,
que el primero
y el quince
llegue la quincena.

Desayunar trancado,
almorzar abundante,
cenar poco,
quejarse de la gota, de la bilis,
de la memoria y de la digestión.
Creer que nunca sueñas.

Recordar ese chiste
de tu única esposa:
«Aquí se picha los viernes
estés vos o no estés vos»,
y hacer hasta lo imposible
cada viernes
por encaramarte en ella
con ganas o sin ganas
porque l’appetito vien mangiando
como dicen en Turín.

Negar que eres un soso,
un rutinario
con el verso aprendido de un amigo:
«La vida se soporta
tan doliente y tan corta
solamente por eso.»

Caminar por la calle ensimismado,
ausente de este mundo,
rumiando en tu cabeza
historias, frases, viajes, desventuras,
crímenes, adulterios, melodramas, incestos,
abortos, heroínas, traiciones, sacrificios,
saber que todo drama
está en tu calavera,
que la gran aventura
ocurre en las paredes de tu cráneo,
que nunca habrá más grande sensación
(orgías, drogas, sueños)
que aquello que imaginas.

Que la vida consiste en perdonarnos
las ofensas que hacemos,
los gestos que no hicimos,
los silencios cobardes,
los fingidos afectos,
las mentiras.
Y escribir cada día,
ganar la lotería
de al menos una frase
que nadie ha dicho nunca,
tener un pensamiento
que todos han tenido,
pero decirlo bien
con todas las vocales,
con todos los sonidos,
con todos los sentidos.

Lograr que la aventura de tu vida
esté en las páginas que escribes,
en los ojos que ahora
pulen un heptasílabo,
quitan o ponen una coma, una tilde, un acento,
en los ojos que ahora se detienen
complacidos tal vez
o entretenidos
en un punto, este punto: .

jueves, 30 de agosto de 2012

—¿Te quedas conmigo?— solté la pregunta como si fuera el último hálito de mi vida.

Pero no contestó, entonces supe que era hora de irme a casa.

Vía @hartademi

domingo, 1 de julio de 2012

Para cuando me gane la insensatez



The sea's only gifts are harsh blows, and occasionally the chance to feel strong. Now I don't know much about the sea, but I do know that that's the way it is here. And I also know how important it is in life not necessarily to be strong but to feel strong. To measure yourself at least once. To find yourself at least once in the most ancient of human conditions. Facing the blind death stone alone, with nothing to help you but your hands and your own head.



Los únicos regalos del mar son golpes duros, y ocasionalmente el chance de sentirse fuerte. No conozco mucho acerca del mar, pero sé que así es. Y también sé lo importante que es en la vida no necesariamente ser fuerte, sino sentirse fuerte. Medirse uno mismo aunque sea una vez. Encontrarse aunque sea una vez en las más primitivas condiciones humanas. Enfrentando la ceguera y la sordera solo, sin nada que te ayude excepto tus manos y tu propia cabeza.


Into the Wild (2007)

domingo, 10 de junio de 2012

En esos días del cincuenta y tantos empece a sentirme como acorralado entre la Maga y una noción diferente de lo que hubiera tenido que ocurrir. Era idiota sublevarse contra el mundo Maga y el mundo Rocamadour, cuando todo me decía que apena recobrara la independencia dejaría de sentirme libre.

miércoles, 6 de junio de 2012

sábado, 19 de mayo de 2012

lunes, 14 de mayo de 2012

Into the wild

How are we living...






En un recorrido de media hora tras una terapia de choque musical apareció, tengo un crush, con el silbido, el ukulele, el cabello, la banda, la letra. Me hizo la noche completita.

domingo, 22 de abril de 2012

De magia que permanece


La primera vez que estuve en Tepoztlan tenía unos 12 o 13 años. Llegamos de madrugada, con mochila al hombro, bordon y slepping para un campamento de 4 días, el autobús nos dejó a orilla de la carretera así que nos esperaban algunos kilómetros para el destino final. Apenas empecé a caminar por esas calles empedradas y me enamore, esas sombras altísimas que rodean el pueblo como guardianes de la noche, negra como ella sola, el silencio, las fachadas que lograba distinguir, la gente que se asomaba a su ventana al oírnos pasar. En esa caminata rumbo a Meztitla tuve suficiente tiempo para guardar esas imágenes en mi mente. A la mañana siguiente me volví a enamorar, esta vez del Tepoztlan de día, descubrí la identidad de los guardianes, esos cerros irregulares que acompañan al Tepozteco, de su gente, de sus grillos en mi quesadilla, de su mural de semillas, de sus leyendas. 

Desde entonces regrese por varios años consecutivos, por la misma temporada, hasta que se acabaron los tiempos de canciones alrededor de la fogata, pero a pesar de que cambie las botas por los converse he vuelto otras veces más, ha cambiado mucho y a la vez nada de como lo idealizo, pero yo, yo soy siempre un poco diferente a la anterior. 

Y aunque seguramente debo compartirlo con muchos, Tepoztlan es MI pueblo mágico. 


jueves, 12 de abril de 2012

Quelquefois je coupe mon portable pour penser à moi.

(En ocasiones apago mi celular para pensar en mí misma.)

Agrippine

domingo, 8 de abril de 2012

Mutuo acuerdo



“Se rompieron el corazón de mutuo acuerdo. No pueden estar juntos. No quieren estar 
juntos, porque si en verdad lo quisieran lo intentarían todo, pero no. Ambos son sensatos, realistas y demasiado románticos como para arriesgarse a perder todo “sólo” por intentarlo.”



Tomado de aquí

domingo, 1 de abril de 2012

De libros y preguntas


Siempre termino en el mismo pasillo, entre los mismos libros, con las mismas preguntas que no responderás. 


Un retuit se quedaba corto 

martes, 27 de marzo de 2012

domingo, 11 de marzo de 2012

Historias de guerra


Por fragmentos como el que transcribo a continuación es que este episodio de la historia me causa tanto interés. Ni una mente fuera de lo convencional como la del autor puede procesarlo de manera natural.




So what a joy it was to get to MIT and be free from all of that; I felt reborn. Everything was done to encourage you. I got a key to the front door and could work in my office day or night just as I wanted. To me, that key to the building was like a key to everything. The head of the Physics Department offered me a faculty position six months after my arrival, in June of 1966. I accepted and I’ve never left. 
Arriving at MIT was also so exhilarating because I had lived through the devastation of World The Nazis had murdered half of my family, a tragedy that I haven’t really digested yet. I do talk about it sometimes, but very rarely because it’s so very difficult for me—it is more than sixty-five years ago, and it’s still overwhelming. When my sister Bea and I talk about it, we almost always cry. 
I was born in 1936, and I was just four years old when the Germans attacked the Netherlands on May 10, 1940. One of my earliest memories is all of us, my mother’s parents, my mother  and father and sister and I, hiding in the bathroom of our house (at the Amandelstraat 61 in The Hague) as the Nazi troops entered my country. We were holding wet handkerchiefs over our noses, as there had been warnings that there would be gas attacks. 
The Dutch police snatched my Jewish grandparents, Gustav Lewin and Emma Lewin Gottfeld, from their house in 1942. At about the same time they hauled out my father’s sister Julia, her husband Jacob (called Jenno), and her three children—Otto, Rudi, and Emmie—and put them all on trucks, with their suitcases, and sent them to Westerbork, the transshipment camp in Holland. More than a hundred thousand Jews passed through Westerbork, on their way to other camps. The Nazis quickly sent my grandparents to Auschwitz and murdered them—gassed them—the day they arrived, November 19, 1942. My grandfather was seventy-five and my grandmother sixty-nine, so they wouldn’t have been candidates for labor camps. Westerbork, by contrast, was so strange; it was made to look like a resort for Jews. There were ballet performances and shops. My mother would often bake potato pancakes that she would then send by mail to our family in Westerbork. 
Because my uncle Jenno was what the Dutch call “statenloos,” or stateless—he had no nationality—he was able to drag his feet and stay at Westerbork with his family for fifteen months before the Nazis split up the family and shipped them to different camps. They sent my aunt Julia and my cousins Emmie and Rudi first to the women’s concentration camp Ravensbrück in Germany and then to Bergen-Belsen, also in Germany, where they were imprisoned until the war ended. My aunt Julia died ten days after the camp’s liberation by the Allies, but my cousins survived. My cousin Otto, the oldest, had also been sent to Ravensbrück, to the men’s camp there, and near the end of the war ended up in the concentration camp in Sachsenhausen; he survived the Sachsenhausen death march in April 1945. Uncle Jenno they sent directly to Buchenwald, where they murdered him—along with more than 55,000 others.
Whenever I see a movie about the Holocaust, which I would not do for a really long time, I project it immediately onto my own family. That’s why I felt the movie Life Is Beautiful was terribly difficult to watch, even objectionable. I just couldn’t imagine joking about something that was so serious. I still have recurring nightmares about being chased by Nazis, and I wake up sometimes absolutely terrified. I even once in my dreams witnessed my own execution by the Nazis.





Lewin, Walter; Goldstein, Warren. 
For the Love of Physics  


sábado, 3 de marzo de 2012

Post de Post-it

Lo encontré en un Post-it verde en mi escritorio lleno de papeles, recuerdo que cuando lo copie me hacía sentido por algo, mas allá de la definición explícita, pero hoy ya no consigo saber porque.

"Tal vez no sepas que los barcos flotan porque todo cuerpo sumergido en un fluido experimenta un empuje vertical y hacia arriba igual al peso del fluido desalojado." Principio de Arquímedes

sábado, 4 de febrero de 2012

Debía de haber algun error...


-O quizás es solo que tenemos mala suerte -dijo Shimamoto-. No hay un error, sino montones. Nuestros caminos se han cruzado una vez tras otra sin que nos encontráramos. 


Al sur de la frontera al oeste del sol. 
De esos libros que lees en un solo viaje 






lunes, 23 de enero de 2012

Norwegian Wood


Soundtrack del post

Hay libros que suceden en tu vida de una forma tan cruel y tan sútil al mismo tiempo. Letras que te calan los huesos, que te revolotean en el pensamiento, que te inyectan sensaciones. Compre Tokio Blues no para mí, sino como un regalo y ahí empezo la historia. Resulto ser el eslabón de una cadena que ya se arrastraba hace años y, aunque no lo comprendí de inmediato, hoy se que tenía que ser así. A veces devoro historias tan rápido que debo regresar a disfrutarlas, no se cuantos veces he releido fragmentos de esta, solo se que hacía mucho tiempo que algo no me movia de esa manera. Quizá tambien porque la leí no solo desde mis ojos, no lo pude evitar.

Platicaba aquella tarde sobre si los artistas, especificamente los autores, tenían idea de la cantidad de historias que se desatan o se cruzan a través de su obra. A muchos les sucede con la música, yo suelo tener mas romances con los libros. Esa mística que encierra los vínculos, a veces secretos. Sin querer me cruce, pero no me arrepiento. Curiosamente, los libros especiales nunca terminan en mi librero.

Dejo correr la historia que ya traía arrastrando este libro e Inicio una historia nueva con él, sin nombre ni apellido, me pertenece, porque justo por eso la literatura es universal. La próxima vez me lo regalaré a mí.

..."Seguir conectado puntos a pesar de todo, puntos que conectan a este presente que en el futuro será pasado". Si alguna vez logras llegar a la última página, debes compartirmelo.



jueves, 19 de enero de 2012

Tokio Blues me sigue hablando...




—Háblame —me rogó Midori—. Querías decirme algo, ¿verdad?
—No pretendo justificarme, pero aquel día estaba exhausto, aturdido —dije—. No percibía
bien las cosas. Sin embargo, al dejar de verte, lo he comprendido. Hasta ahora, he tirado hacia delante porque tú estabas a mi lado. Sin ti me siento desesperado, solo.






lunes, 9 de enero de 2012

Darme cuerda

Es amargo no poder verte, pero, si tú desaparecieras, mi vida en Tokio sería mucho más
dura todavía. Es pensando en ti, por las mañanas, en la cama, como me decido a darme cuerda y a vivir un nuevo día. Del mismo modo que tú luchas por seguir adelante allí, yo debo luchar por seguir adelante aquí.

Tokio Blues

viernes, 6 de enero de 2012

Entre un «no lo suficiente» y un «nada de nada»


«Conoceré a alguien que me quiera con toda su alma los trescientos sesenta y
cinco días del año». Estaba en quinto o sexto curso de primaria cuando lo decidí.

Tokio Blues

miércoles, 4 de enero de 2012

La memoria es algo extraño...


...Sin embargo, ahora la primera imagen que se perfila en mi memoria es la de aquel prado. El olor de la hierba, el viento gélido, las crestas de las montañas, el ladrido de un perro. Esto es lo primero que recuerdo. Con tanta nitidez que tengo la impresión de que, si alargara la mano, podría ubicarlos, uno tras otro, con la punta del dedo. Pero este paisaje está desierto. No hay nadie. No está Naoko, ni estoy yo. «¿Adónde hemos ido?», pienso. «¿Cómo ha podido ocurrir una cosa así? Todo lo que parecía tener más valor –ella, mi yo de entonces, nuestro mundo– ¿adónde ha ido a parar?». Lo cierto es que ya no recuerdo el rostro de Naoko.
Conservo un decorado sin personajes. 


Tokio Blues