domingo, 22 de abril de 2012

De magia que permanece


La primera vez que estuve en Tepoztlan tenía unos 12 o 13 años. Llegamos de madrugada, con mochila al hombro, bordon y slepping para un campamento de 4 días, el autobús nos dejó a orilla de la carretera así que nos esperaban algunos kilómetros para el destino final. Apenas empecé a caminar por esas calles empedradas y me enamore, esas sombras altísimas que rodean el pueblo como guardianes de la noche, negra como ella sola, el silencio, las fachadas que lograba distinguir, la gente que se asomaba a su ventana al oírnos pasar. En esa caminata rumbo a Meztitla tuve suficiente tiempo para guardar esas imágenes en mi mente. A la mañana siguiente me volví a enamorar, esta vez del Tepoztlan de día, descubrí la identidad de los guardianes, esos cerros irregulares que acompañan al Tepozteco, de su gente, de sus grillos en mi quesadilla, de su mural de semillas, de sus leyendas. 

Desde entonces regrese por varios años consecutivos, por la misma temporada, hasta que se acabaron los tiempos de canciones alrededor de la fogata, pero a pesar de que cambie las botas por los converse he vuelto otras veces más, ha cambiado mucho y a la vez nada de como lo idealizo, pero yo, yo soy siempre un poco diferente a la anterior. 

Y aunque seguramente debo compartirlo con muchos, Tepoztlan es MI pueblo mágico. 


2 comentarios:

bogues26 dijo...

Ibas mucho al EEAS bananita

La que soy hoy dijo...

Si, fueron buenos años aquellos :)