Uno se da cuenta del vacío en el que ha dejado pasar el tiempo hasta que vive de verdad. A veces la vida, no los días quemados, es solo un instante, un día, una semana o un mes. Uno sabe que esta vivo porque duele, porque de repente todo importa y porque cuando ese breve momento se acaba, el resto de su existencia se transforma en un recuerdo al que intenta regresar en vano mientras le queda aliento en el cuerpo. Para mi ese momento fueron las semanas que viví en aquel caserón frente al mar en compañía de David. Debería decir en compañia de David y de las sombras que el llevaba dentro y que convivían con nosotros, pero entonces, tanto me daba. Lo habría acompañado al infierno si me lo hubiera pedido. Y supongo que, a mi manera, acabe haciéndolo.
El laberinto de los espíritus
Carlos Ruiz Zafón
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