Hoy solo quiero días extraordinariamente ordinarios donde las decisiones que deba tomar son que comer, que cenar, que película ver y donde correr. Hablar de cosas triviales y profundidades, tomar un poco de vino en las noche, buscar cosas debajo de la cama, leer hasta quedarme dormida, hasta despintarme las uñas de los pies porque no, quizá hasta lavar en sábado.
Lo extraordinario vendrá cuando sea feliz de nuevo con lo cotidiano.
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