Respondió un simple "que tengas buen día" de un correo electrónico con asunto fuera de lo personal y así empezó la historia. Él enamorado hasta los huesos, ella con solo deseos de probar. Y como muchas cosas en la vida, comenzó de la nada, tres o cuatro correos después él ya la visualizaba en su vida, en sus días, creía que había encontrado el motivo para seguir en esa ciudad y la razón para continuar con los planes antes frustrados. Ella después de tres o cuatro correos apenas se interesaba por la invitación al café... De cortesía, como muchas veces sucede -Pensó.
Pero varios días y mensajes después el café llegó. Si tan solo ella fuera más clara en cuanto a amabilidad y coquetería se refiere muchas cosas resultarían mejor en su vida. Pero no, hay un dejo de inocencia y credibilidad en su persona que le permite cometer ciertas tonterías de vez en cuando. Meses después ella aún intenta recordar el primer beso y le es imposible tener esa escena en su mente, así de simple era esa historia que ni siquiera pudo fijar en la memoria un momento que pareciera importante cuando se trata de dos. Así que saltémonos el primer beso que debió ocurrir varias semanas después en uno de esos encuentros por los que el tanto insistía.
Pero ella siempre tuvo muy claro que él no podía entrar en su vida, que por mas persona exacta que se acomodaba a sus deseos no era eso lo que ella necesitaba. Ella aún sin darse la oportunidad ya había tomado su decisión, una decisión reforzada con varias situaciones y a la vez una decisión que se tambaleaba cuando descubría que empezaba a sentir algo.
Mientras él se esforzaba por parecer suficiente, por dar más de lo que se le pedía, por exigir lo que creía que le correspondía por derecho, por sorprender, por gustar, por estar presente. Ella salía huyendo de su lugar común en la que él rogaba siempre que se quedara, pero ella no soltaba el ancla, no era necesario jugar a quedarse cuando en realidad no lo anhelaba. No importaba lo mágica que hubiera sido la tarde, siempre debía regresar a su propio lugar, por mas frio que fuera.
Y es que eso que llaman amor es misteriosamente enredado. Si tan solo fuera fácil amar y ser correspondido no habría ni siquiera necesidad de escribir historias como esta. Al final, como casi siempre sucede, ella se cansó de la historia cuando él ya no quiso esperar, el lazo se rompió. No hubo despedida, no había necesidad porque nunca hubo bienvenida. Quizá un par de llamadas mal terminadas, una escena bochornosa, palabras cordiales y la última mirada intercambiada. Él lastimado hasta los huesos, ella sin comprender como había llegado ahí.
No han vuelto hablar desde hace meses y aún los dos a su manera recuerdan la historia y le ponen el final que quieren. Ya ni siquiera intercambian miradas, era mejor evitarlas y justamente mientras se escribe esta historia él se aleja para siempre del camino que alguna vez caprichosamente lo unió con el de ella. Lo más probable es que no vuelvan a verse jamás.
Pero varios días y mensajes después el café llegó. Si tan solo ella fuera más clara en cuanto a amabilidad y coquetería se refiere muchas cosas resultarían mejor en su vida. Pero no, hay un dejo de inocencia y credibilidad en su persona que le permite cometer ciertas tonterías de vez en cuando. Meses después ella aún intenta recordar el primer beso y le es imposible tener esa escena en su mente, así de simple era esa historia que ni siquiera pudo fijar en la memoria un momento que pareciera importante cuando se trata de dos. Así que saltémonos el primer beso que debió ocurrir varias semanas después en uno de esos encuentros por los que el tanto insistía.
Pero ella siempre tuvo muy claro que él no podía entrar en su vida, que por mas persona exacta que se acomodaba a sus deseos no era eso lo que ella necesitaba. Ella aún sin darse la oportunidad ya había tomado su decisión, una decisión reforzada con varias situaciones y a la vez una decisión que se tambaleaba cuando descubría que empezaba a sentir algo.
Mientras él se esforzaba por parecer suficiente, por dar más de lo que se le pedía, por exigir lo que creía que le correspondía por derecho, por sorprender, por gustar, por estar presente. Ella salía huyendo de su lugar común en la que él rogaba siempre que se quedara, pero ella no soltaba el ancla, no era necesario jugar a quedarse cuando en realidad no lo anhelaba. No importaba lo mágica que hubiera sido la tarde, siempre debía regresar a su propio lugar, por mas frio que fuera.
Y es que eso que llaman amor es misteriosamente enredado. Si tan solo fuera fácil amar y ser correspondido no habría ni siquiera necesidad de escribir historias como esta. Al final, como casi siempre sucede, ella se cansó de la historia cuando él ya no quiso esperar, el lazo se rompió. No hubo despedida, no había necesidad porque nunca hubo bienvenida. Quizá un par de llamadas mal terminadas, una escena bochornosa, palabras cordiales y la última mirada intercambiada. Él lastimado hasta los huesos, ella sin comprender como había llegado ahí.
No han vuelto hablar desde hace meses y aún los dos a su manera recuerdan la historia y le ponen el final que quieren. Ya ni siquiera intercambian miradas, era mejor evitarlas y justamente mientras se escribe esta historia él se aleja para siempre del camino que alguna vez caprichosamente lo unió con el de ella. Lo más probable es que no vuelvan a verse jamás.