domingo, 18 de octubre de 2009

Comunicación a la antigüita

La primera vez que mande un mensaje de texto por celular tiene ya bastantes años, estaba en la preparatoria y nos parecía sorprendente aunque no tan práctico en ese entonces...Soy de una generación que todavía puede contar que en su adolescencia sobrevivió sin celular y sin Internet por lo que la comunicación era muy distinta a la que disfrutamos ahora. Vivíamos largas horas de espera al teléfono de casa...uno solo para todos los habitantes, sufríamos si alguien se le ocurría ocuparlo y colgarse de él justo cuando se acercaba la hora de recibir la llamada esperada, era muy común recibir visitas inesperadas y los regaños de los papas acerca del costo del recibo telefónico eran frecuentes.


Con el paso del tiempo me volví fan de los mensajes de texto…Por medio de ellos recibí y comencé coqueteos, halagos y confesiones, di rienda suelta a mis mejores estrategias de "conquista" y me deje conquistar, me enamore y desenamoré, hice rabietas y berrinches. Concerté citas y cancele algunas, envié ánimos, saludos, cientos de besos, abrazos y felicitaciones de cumpleaños.


Encontré cierta fascinación en el misticismo de las letras en mensajes cortos y fui perdiendo la costumbre de hablar en la distancia, de escuchar la voz del destinatario, ya fuera mi madre, mi amigo, mi novio, el amante. Empecé a sustituir la calidez del sonido, la espontaneidad de una respuesta y el ambiente de fondo... A veces por comodidad, otras tantas por evasión, algunas por economía, pero se volvieron como mi ideal de comunicación.


No puedo explicar la razón por la que hoy decidí que quiero despedirme de los mensajes de texto, o al menos dejar de usarlos un poco para cuestiones de relaciones "uno a uno". Empiezo a creer que funcionan perfectamente para dos situaciones: Para coquetear y lograr el primer acercamiento con alguien y para cuando el nivel de comunicación ya es bastante bueno. En otras situaciones, como pretender conocer a una persona o tratar temas delicados son terriblemente malos, lo mismo aplica para los DM's de Twitter e incluso la mensajería instantánea, nos olvidamos de lo maravilloso que es descifrar gestos y cuestionar miradas si tenemos la oportunidad de tener a la persona cerca.


Desde hoy mis mensajes cortos serán solo resultado de espontaneidad, detalles que causen sonrisas, o el medio para acordar algo que toma unas cuantas palabras...todo lo demás que tenga que decir, que implique sensaciones de cierto nivel trataré lo mas posible que sea mirando a los ojos y cuando esto no sea posible al menos dejaré que escuchen mi voz mientras escucho el ambiente de fondo. Llamaré mas a mis papas, saludaré a mis amigos, despertaré al compañero de vida, diré te extraño sonriendo, sonrojaré al amante...


Quiero renegar un poco de esta maravilla de comunicación que la tecnología nos regala. Quiero regresar a las sensaciones que causaba la comunicación a la antigüita.

viernes, 9 de octubre de 2009

No te preocupes, Yo Pago. (Actualizado)

Uno de estos dias mientras disfrutaba de una comida casera muy rica charlaba con 2 amigos sobre un tema que vale la pena el post. Ella nos contaba que un tipo francés que la invito a salir una vez le dijo textualmente cuanto le tocaba pagar de la cuenta, era algo asi como: "Tu pagas los cafés y yo los postres ok?". Estarán de acuerdo conmigo que aunque fue algo justo si fue algo fuera de lo "convencional" y quizá hasta un poco rudo para cualquier chica.

La opinión masculina de la plática comentaba que algunos de sus amigos no tenían una relación por el hecho de lo "caro" que resultaba salir con alguien, esto último me pareció realmente lamentable, recuerdo que en algunas de las mejores citas que he tenido no fue tan necesario gastar tanto, asi que espero que estas opiniones sean aisladas, resultado de solo malas experiencias por frivolidades mal llevadas.

Y es que a pesar de este rollo de liberación femenina (con el que no siempre estoy de acuerdo) y la igualdad de condiciones para hombres y mujeres, no podemos negar que aún existe este "tabú" sobre quien paga las citas. La costumbre, al menos de nuestra sociedad, dice que si un caballero invita a salir a una dama entonces como todo caballero (valga la redundancia) le corresponde correr con los gastos de la cita y nosotras como todas unas damas nos dejamos apapachar y que nos lleven a donde su economía se los permita. Les cedemos la compañia, el espacio y el control, por eso cuando contestamos -"a donde tu quieras" o "lo que tu quieras" no es falta de inventiva o decisión, es mas bien que no pretendemos abusar del signo de pesos...

Todavía las cuestiones de dinero no son un tema fácil entre parejas, no es algo de lo que comúnmente se hable y mucho menos si se trata de plan de conquista. En esta vida consumista que llevamos tener una cita ya no es algo muy barato que digamos, quizá nuestros abuelos solo necesitaban pagar un helado, hoy en una ciudad mediana, una cita promedio tiene dos ceros a la izquierda, no dudo que para muchos sea poco, pero para la mayoría si representa una cantidad digna de considerar.

Después de nuestro intercambio de ideas y experiencias, llegamos a la no muy díficil y obvia conclusión de que la o las primeras citas generalmente si corren por galanteria a cuenta del hombre, es una manera de continuar con las viejas prácticas y los roles que todavía conservamos en pleno siglo XXI. Y es que por muy siglo XXI a los hombres aún les parece importante tener ese papel de "el que provee", les da libertad, confianza y seguridad y a las mujeres aún nos hace sentir bien jugar el papel contrario. Después de un rato, si las citas se siguen dando, con cierto nivel de confianza y cuando el caballero en cuestión se relaja y cede el control sin sentirse menos caballero, entonces es posible llegar a un acuerdo sobre cuanto desembolsa cada quien para divertirse a gusto sin desfalcarse. Finalmente el momento es de dos, la diversión es para dos, se me hace apropiado dividir el gasto entre dos, el porcentaje es cuestión de cada quién, de la situación y del bolsillo.

En lo personal, yo agradezco cuando un chico se toma la molestia de invitarme, pagar una cita y todavia ofenderse (o hacerse el ofendido) cuando me ofrezco a pagar algo, cliché, costumbre, machismo o lo que sea, es algo que aprecio (y que todas las mujeres debemos apreciar) porque en esta vida q nos tocó vivir ganarse el dinero cuesta y que te hagan sentir consentida por un rato se agradece. También me es grato cuando alguien se pone imaginativo y me da un momento fuera de lo normal en el que no siempre el dinero es el factor mas importante...con un poco de imaginación y empatía pasarsela bien en una cita no necesariamente significa quedarse quebrado.

Actualización 12Oct09

Creo que me hizo falta recalcar en el post que yo si estoy a favor de dividir el gasto de una cita...De tener acuerdos como y de aplicar el "hoy yo invito"... Que sé por experiencia que ganarse el dinero no es fácil y además tengo un hermano por lo que se lo complicado que resulta ser hombre en plan de conquista. Solo agradecía las atenciones, ya que hasta el hombre mas patán con el que he salido nunca me ha dejado pagar nada la primera cita (no es pedrada para los patanes, pueden seguir siéndolo mientras alguien los aguante), y que finalmente con confianza y comunicación todo resulta bien en el plan económico.

domingo, 4 de octubre de 2009

Pequeño corazón que ya late ...

Esta semana recibí una noticia que no esperaba...La llegada de un nuevo bebe a la familia, un nuevo sobrino en mi vida, una nueva personita que no conozco pero que ya quiero, un nuevo ser que abrazar, un nuevo ser en quien pensar.

Confieso que no soy adicta a los bebes, pero mis dos sobrinos de sangre (y otros bebes de mi vida que no lo son pero los quiero como tal) me han enseñado una forma de amar que no conocía, una forma de celos cuando por la distancia no siempre puedo ser la tía preferida y una forma de preocupación lejana. Un bebe cambia la dinamica familiar, trae una alegria que no se sustituye con nada y nos convierte a los adultos en seres vulnerables en espera de una sonrisa, del primer paso, de la primera palabra.

Jamas olvidaré la primera vez que los ví...Maya, tu me sonreiste cuando escuchaste mi voz aquella tarde que lleve tu leche a la incubadora. Santiago, tu me viste con esos ojos inexpresivos y desviaste la mirada quizá en ese momento no te era tan interesante.

Pequeño corazón que ya late, te espero con los brazos abiertos, apenas si puedo imaginarme como serás y cuando pienso en ti no puedo evitar sonreir.