domingo, 2 de septiembre de 2018

Elegirte


Uno se da cuenta del vacío en el que ha dejado pasar el tiempo hasta que vive de verdad. A veces la vida, no los días quemados, es solo un instante, un día, una semana o un mes. Uno sabe que esta vivo porque duele, porque de repente todo importa y porque cuando ese breve momento se acaba, el resto de su existencia se transforma en un recuerdo al que intenta regresar en vano mientras le queda aliento en el cuerpo. Para mi ese momento fueron las semanas que viví en aquel caserón frente al mar en compañía de David. Debería decir en compañia de David y de las sombras que el llevaba dentro y que convivían con nosotros, pero entonces, tanto me daba. Lo habría acompañado al infierno si me lo hubiera pedido. Y supongo que, a mi manera, acabe haciéndolo. 

El laberinto de los espíritus 
Carlos Ruiz Zafón

martes, 14 de agosto de 2018

La historia en días

Le escribí una carta hace meses cuando estaba lejos:

La primera vez que lo vi era domingo y ni siquiera volteó a verme. Recuerdo haberlo observado por unos minutos porque llamó mi atención la escena: él y su mirada perdida aunque platicaba con alguien. No podría en ese momento ni remotamente imaginar que dormir a su lado sería lo que más anhelo mientras estoy a muchos kilómetros de distancia escribiendo esta historia.

Tuvieron que pasar muchos meses, batallas y algunas derrotas en las propias trincheras para coincidir y años después hablamos por primera vez una madrugada de sábado. Yo regresaba de un viaje y él seguía despidiéndose de una vida, y no es que lo buscáramos o lo necesitáramos, pero sucedió coincidir. Después de ese día, un lunes silencioso, unos kilómetros juntos y una película francesa, no dejamos de estar el uno para el otro de alguna forma que nos tomó un tiempo descifrar.  

Tengo que confesar que hubo muchos martes o miércoles en los que pensé que sería la última vez que lo vería o que sería la última llamada, que me estaba arriesgando mucho o que simplemente no quería la indefinición, pero cada vez que me rendí consciente o inconscientemente venía en jueves para hacerme creer en nosotros y en cómo éramos más fuertes juntos que separados cada quien viviendo la vida que aprendió a vivir.  

Si tuviera que definir el amor que sentimos diría por sobre todos los adjetivos que es real, más real que todas las veces que sentí amar, porque este sucede desde mi más profunda conciencia y sus más acertados intentos. Porque aprendemos a diario el uno del otro, porque no asumimos que sobrevive solo porque sí, porque sabemos de pérdidas, porque no nos rendimos. Nuestro amor está en las pequeñas cosas, en el licuado de las mañanas, el paseo con los perros a veces refunfuñando, en los kilómetros en silencio, en como busca mi mano mientras dormimos y que solo duermo en paz en sus brazos, en sus esperas y en que siempre vuelvo.  

Nos casamos sin boda un viernes porque somos un equipo para volver realidad los sueños de ambos, y entonces descubrí otra cara del amor: ¿como no amar a quien te toma la mano para hacer realidad los sueños que te faltan y al mismo tiempo vivir las oportunidades? ¿y cómo no desear estar para él de la misma manera?. Eso en cualquier día de la semana es el amor que decidimos vivir. Y por cierto, me siento más yo misma cuando esa mirada perdida termina en mi.

jueves, 20 de octubre de 2016

233° C




"Los libros no dicen nada. Esto son novelas, tratan de personas que jamás han existido. Las gentes que las leen están descontentas con sus propias vidas y quieren vivir de otro modo que jamás podrá ser en la realidad. Pensadores, filósofos, todos dicen lo mismo: “Solo yo tengo razón, los demás son idiotas”. Biografías, todo historias de hombres muertos, lo que buscaban era destacarse de la masa. Ser distintos, con derecho a despreciar a los demás. Éste debe de ser muy profundo... la "Ética de Aristóteles", cualquiera que lo haya leído, a la fuerza ha de considerarse superior al que no lo ha leído... y es inútil, compréndalo, todos hemos de ser iguales. Sólo se alcanza la felicidad estando todo el mundo al mismo nivel, Por eso debemos quemar los libros, Montag... todos los libros."

Farehheit 451 (MONOLOGO DEL BOMBERO JEFE)

miércoles, 19 de octubre de 2016

Convulsión



Qué fácil callar, ser serena y objetiva con los seres que no me interesan verdaderamente, a cuyo amor o amistad no aspiro. Soy entonces calma, cautelosa y perfecta dueña de mi misma. Pero con los poquísimos seres que me interesan... Allí esta la cuestión absurda: soy una convulsión. 

Alejandra Pizarnik

miércoles, 24 de febrero de 2016

De olas y de surf (reales y metafóricas)


Eran las 9 de la mañana y estaba brincando olas en la playa cuando lo ví, viéndome, yo había terminado de correr unos 6km el último día de ese viaje y antes de meterme al hotel decidí que quería ir yo sola al mar -"porque ya no tendremos tiempo después". La playa estaba casi vacía, me quite los tenis y la playera, me quede en top y mi short preferido que por suerte había llevado.

Me saludo de lejos, (le regrese el saludo pero primero me asegure que no hubiera nadie detrás de mi)
Se acercó, me dio la mano y un beso en la mejilla. No muy alto pero cuerpo de surfista bronceado. 

-Hola, soy Leo (con maldito acento argentino) 
-Hola, Anna

Nos sentamos en la arena automáticamente, como si no quedara otra cosa por hacer, los siguientes minutos hablamos de yo que sé, del surf , de la costa Argentina, de la jardinería, de porque trabajo con computadoras, del lugar, de las cicatrices, de mi moretón, del tatuaje, de la soledad, de que porque me iba justamente ese día. No se cuanto tiempo paso en realidad.   

Según él , era el tercer año que dejaba su país durante el invierno para pasar tres meses en Puerto Escondido y hacer lo que le gusta en la mejor temporada de olas: surfear. 

-Admiro a la gente que hace eso, que se atreve a hacerlo o encuentra los medios de hacerlo. Le dije.
-Es que siempre se puede. Solo no hay que pretender demasiado, tener la camioneta mas grande o el mejor teléfono. No soy un tipo que pretenda demasiado
Mas bla bla bla

Y luego un beso, y luego más. 

-Voy a decir una tontería pero... quedaté (maldito acento argentino) 
Mas bla bla bla

Después mi hambre me recordó que me esperaban para desayunar. Esta vez le di yo un último beso, me paré de la arena y tome mis tenis, -¿pero como así? (maldito acento argentino) le sonreí, encogí los hombros (no sé como hacer estas cosas, pensé), me sonrió. -Gusto de haberte conocido, me dijo (maldito acento argentino). Sonreí mas.  

-"Leo", como Leo Messi, me dijo la primera persona a la que se le conté. Y después escuche por segunda vez la historia del contrato de Messi firmado en una servilleta. 

A veces hace falta el mar, un desconocido y la historia de la servilleta de Messi para recordarte un par de cosas.