Eran las 9 de la mañana y estaba brincando olas en la playa cuando lo ví, viéndome, yo había terminado de correr unos 6km el último día de ese viaje y antes de meterme al hotel decidí que quería ir yo sola al mar -"porque ya no tendremos tiempo después". La playa estaba casi vacía, me quite los tenis y la playera, me quede en top y mi short preferido que por suerte había llevado.
Me saludo de lejos, (le regrese el saludo pero primero me asegure que no hubiera nadie detrás de mi)
Se acercó, me dio la mano y un beso en la mejilla. No muy alto pero cuerpo de surfista bronceado.
-Hola, soy Leo (con maldito acento argentino)
-Hola, Anna
Nos sentamos en la arena automáticamente, como si no quedara otra cosa por hacer, los siguientes minutos hablamos de yo que sé, del surf , de la costa Argentina, de la jardinería, de porque trabajo con computadoras, del lugar, de las cicatrices, de mi moretón, del tatuaje, de la soledad, de que porque me iba justamente ese día. No se cuanto tiempo paso en realidad.
Según él , era el tercer año que dejaba su país durante el invierno para pasar tres meses en Puerto Escondido y hacer lo que le gusta en la mejor temporada de olas: surfear.
-Admiro a la gente que hace eso, que se atreve a hacerlo o encuentra los medios de hacerlo. Le dije.
-Es que siempre se puede. Solo no hay que pretender demasiado, tener la camioneta mas grande o el mejor teléfono. No soy un tipo que pretenda demasiado
Mas bla bla bla
Y luego un beso, y luego más.
-Voy a decir una tontería pero... quedaté (maldito acento argentino)
Mas bla bla bla
Después mi hambre me recordó que me esperaban para desayunar. Esta vez le di yo un último beso, me paré de la arena y tome mis tenis, -¿pero como así? (maldito acento argentino) le sonreí, encogí los hombros (no sé como hacer estas cosas, pensé), me sonrió. -Gusto de haberte conocido, me dijo (maldito acento argentino). Sonreí mas.
-"Leo", como Leo Messi, me dijo la primera persona a la que se le conté. Y después escuche por segunda vez la historia del contrato de Messi firmado en una servilleta.
A veces hace falta el mar, un desconocido y la historia de la servilleta de Messi para recordarte un par de cosas.